Educación Física y Juego

El juego y el jugar: un espacio y un tiempo para la profanación y la experiencia

  • Jorge Miramontes (UMET)
Resumen

El desafío abordado consiste en pensar al juego como operación profanatoria, tomando este concepto desde el prisma de Giorgio Agamben. En el campo de la educación física, cuando circunscribimos el juego a los mandatos cuasi sacralizados de los deportes, entramos en una suerte de acción desprofanatoria Así, le quitamos su potencialidad abierta y lo encerramos en lo que se nos impone desde un afuera que tiene sus propios propósitos bien definidos. Se lo incorpora a una estructura rígida y se lo museifica. El juego se convierte en un puro ludus, en una mercancía más de la religión capitalista, en donde todo está hipercodificado, hipernormatizado y en donde la posibilidad de profanar queda casi absolutamente vedada.
Volver a la paidia, invocar el regreso de Dionisos puede ser un una operación profanatoria, que restituya al uso aquello que fue subsumido a un puro acto de consumo pasivo. Cuando nos quedamos absolutamente determinados por los mandatos cuasi sacralizados de los deportes, entramos en esta suerte de acción desprofanatoria Le quitamos al juego su potencialidad abierta y lo encerramos en lo que se nos impone desde un afuera que tiene sus propios propósitos bien definidos. Se lo incorpora a una estructura rígida y se lo museifica. El juego se convierte en una mercancía más de la religión capitalista, en donde todo está hipercodificado, hipernormatizado y en donde la posibilidad de profanar queda casi absolutamente vedada.. Y por supuesto, hacen de las grandes mayorías consumidores pasivos de un montaje massmediático.
Jugar por jugar, jugar para ser feliz, ofrece esa potencialidad pobremente expresada en estos tiempos en que el utilitarismo y la pasividad a la que obliga el museo parece ser la marca de estos tiempos. Esa potencia singular de la condición humana que nos constituye como sujetos históricos, ese mar abierto que es la dimensión de lo humano, es la que Agamben aconseja fortalecer y desarrollar. Nuestro cuerpo, nuestro tiempo y nuestro espacio se funden en una sinfonía que vamos construyendo en el mismo acto de jugar. Lo animal, lo humano y lo divino parecieran hallar por un momento un lábil cruce, frágil como la misma existencia. Y allí, quizás su esplendorosa belleza.