Educación Física y Cuerpo

La motricidad como intención y consciencia

  • John Carlos Cortés Murillo (Docente Universidad Pedagógica Nacional de Colombia)
Resumen

Esta ponencia configura un ensayo que explora la relación fundamental entre la intención y la conciencia desde la perspectiva fenomenológica de la motricidad como experiencia relacional. Así las cosas, la ponencia se desarrolla en dos momentos, en un primer lugar se aborda la relación motricidad-intención en el marco de la fenomenología, para luego dar paso al análisis de los conceptos noema y noesis en la configuración de la experiencia motriz como forma de conocimiento y ruta al estudio de diversas prácticas en el entorno de la educación física.
Respecto a lo anterior, es necesario mencionar que se asume la motricidad como intención, es decir, como generadora de experiencia, en otras palabras, se argumenta que la motricidad es expresión consciente. La motricidad es entonces el modo, pero a su vez, la experiencia sobre la conciencia del cuerpo y sus posibilidades motrices, la motricidad es apertura al mundo y se orienta por la acción. Es de aclarar que la motricidad como experiencia, intención y modo relacional no se reduce a una mera dirección de la conciencia hacia un algo, sino que implica una anticipación y una proyección de sentido que se apalanca en experiencias pasadas, apoyada en los contenidos o sentidos construidos en la continuidad de la consciencia y en nuestra comprensión del mundo. La motricidad moldea la forma en que percibimos y nos relacionamos con lo que nos rodea, es decir, la motricidad más allá de una intención, también es un modo de conocimiento que responde al mundo con el que se relaciona, en otros términos, la motricidad en su intencionalidad es inherentemente temporal.
Para aclarar lo anterior y como segundo elemento a desarrollar en esta ponencia, se precisa abordar los conceptos de noema y noesis (Husserl, 1909) el primero se refiere al contenido significativo o intencional de un acto de conciencia, -experiencias significadas- mientras el segundo alude al acto de conocer –noesis-, en este caso, al acto mismo de moverse intencionalmente. Es por medio del noema que el movimiento intencionado –motricidad- y la conciencia –noesis- se unen en una estructura inseparable. El noema es la forma, el contorno, la imagen, etc, en que el objeto se presenta ante nosotros, con todas sus cualidades y propiedades específicas. Es a través del noema que la motricidad gesta conciencia y esta última permite la comprensión del movimiento.
Esta interacción entre intención y conciencia revela la naturaleza activa y participativa de la motricidad en la configuración de experiencias, pero aún más importante, en la construcción de conocimiento. Para la motricidad, el movimiento va más allá de la observación ocular o de la descripción de gestos motores, sino que, a través de nuestra intención motriz nos involucramos en la construcción y la interpretación del mundo. La intención motriz o motricidad, no es solo una actividad cognitiva, sino también una actividad práctica, en la que la acción y la experiencia se entrelazan y se enriquecen mutuamente y con la cual, se abre un camino al conocimiento de diversas manifestaciones corporales.