En este artículo analizaremos las prácticas corporales y su valor dentro de la enseñanza en la escuela.
En palabras de Bordoli (2007), el saber es aquello que tenemos que transmitir, que tenemos que enseñar. La enseñanza debe pensarse a partir de un saber que se ha construido culturalmente y depende de la cantidad de adeptos que posea. Hay sujeto en la enseñanza en la medida en que hay un saber.
El saber que la Educación Física (EF) ha seleccionado para transmitir a la sociedad se relaciona con las prácticas corporales, configuradas socialmente y consideradas relevantes por la cultura como son el deporte, el juego y la gimnasia, aunque también se pueden incluir la natación, la vida en la naturaleza y la danza.
Estas prácticas, siguiendo a Crisorio (2021) tienen por objeto al cuerpo, en tanto procuran hacer algo significativo con él y de él para una sociedad dada en un momento dado.
Sin embargo, estas prácticas corporales “no son educativas por sí mismas, sino que se constituyen en educativas cuando las transformamos y las transmitimos, y según cómo las transformamos y las transmitimos”. Giles (2008)
La EF no es la suma o la simple combinación de ejercicios. Es una disciplina educativa cuya tarea empieza con el análisis de cada una de esas prácticas corporales, con los usos y valoraciones del cuerpo de cada contexto social particular, continúa con la adecuación de esas prácticas a la lógica de la enseñanza, sigue en las prácticas con alumnos y alumnas.